martes, 28 de abril de 2015

Ubicación geográfica


Los tepehuanes del sur son uno de los cuatro grupos indígenas que habitan en la región conocida como el gran nayar, en el área meridional de la Sierra Madre Occidental, en porciones de los estados de Durango, Nayarit, Zacatecas y Jalisco. Se les denomina “del sur” para distinguirlos de un grupo de tepehuanes que habita en el estado de Chihuahua, al que se le conoce como tepehuanes del norte. Al territorio tepehuán lo caracterizan elevaciones superiores a los 2 mil metros sobre el nivel del mar y barrancas que alcanzan los 400 msnm. Este grupo se compone de tres ramas: tepehuanes del norte, tepehuanes del sur y tepecanos. Los tepehuas al igual que los pames integran la familia yuto-azteca. 



     


El origen del término tepehuan


El término tepehuan deriva de la palabra náhuatl “tepetl”, que significa cerro, la terminación “huan” es una partícula posesiva, juntos quiere decir “dueño de cerros”. Otra variante que explica el origen afirma que significa “conquistador de batallas”.
                                           


Lengua

La lengua que hablan los tepehuas deriva del yuto-azteca y se la conoce como lengua tepehuana. Como sucede con la mayoría de las lenguas indígenas, en esta hay diferencias dialectales (de fonética y léxico), entre los que viven en el Mezquital y Pueblo Nuevo, lo que no impide la mutua inteligibilidad. Sin embargo, guardan una lejana similitud con la de otros pueblos como los coras y los huicholes.


                       
Antecedentes  históricos

Según estudios arqueológicos, los primeros pobladores de los valles y sierras del actual estado de Durango arribaron hace aproximadamente 16 mil años y procedían del suroeste de Norteamérica. El cultivo del maíz propició la sedentarización de estos pueblos. Puede hablarse de la existencia de una época clásica alrededor del año 500 d.C., vinculada con la cultura Chalchihuites, que se desintegró aproximadamente en el 1200 d.C., debido quizás a la intrusión de nuevas olas de inmigrantes, con los que se configuró la gran variedad de grupos existentes a la llegada de los españoles. Los indígenas que ocupaban los llanos, valles, quebradas y sierras de Durango a principios del siglo XVI, debieron ser grupos semi sedentarios que combinaban la agricultura con la caza, la pesca y la recolección.
La conquista y colonización del norte de la Nueva España se destacó por ser una empresa particular. La Corona cedió todos los derechos a hombres prominentes para administrar y explotar las riquezas a su arbitrio. Esto provocó que la violencia contra los grupos nativos se intensificara, para obligarlos a trabajar en las minas. Las órdenes religiosas fueron un factor importante en la congregación de poblados para dichos fines. Aquellos que se opusieron huyeron a las partes más inaccesibles de la sierra, pero hay testimonios de que los persiguieron y destruyeron sus cultivos para obligarlos a trabajar. Todo esto propició la extinción, reubicación, aculturación y rebelión de los pueblos nativos. Los levantamientos armados fueron frecuentes desde los primeros años. Hacia 1590, y luego en 1601, hubo grandes rebeliones en las minas de Topia, antecedentes de la gran insurrección encabezada por los tepehuanes en 1616, en la cual varios pueblos y reales de españoles fueron saqueados. Las crónicas dan a entender que se trató de un movimiento general donde participaron tarahumaras, coras, acaxes, xiximes e incluso negros, con el objeto de expulsar a los europeos. El movimiento de corte eminentemente mesiánico fue derrotado debido a la falta de organización de los insurrectos.
Debe destacarse que durante la pacificación, a los ejércitos españoles estaban incorporados indios aliados. Fueron los mismos tepehuanes quienes unidos al poder hispano derrotaron, a fines del siglo XVII, a los coras. El pago por esta valiosa ayuda fue la demarcación y entrega de los títulos primordiales a las comunidades de Santa María Ocotán, San Francisco, Teneraca y Taxicaringa. No obstante, los tepehuanes del valle de Canatlán fueron deportados en el mismo periodo a Milpillas Chico y Lajas a causa de su belicosidad. El traslado de tepehuanes, provenientes de los llanos hacia el interior de la sierra, ha sido constante. Todas estas reubicaciones fueron consecuencia de los levantamientos indígenas que obligaron en 1738 a trasladar la capital de la Provincia de Durango a Parral. Es importante destacar que la localización actual de los tepehuanos, divididos en dos grupos (norte y sur), se circunscribe a un largo proceso de reacomodos forzados y a una paulatina aculturación.
La lucha por defender su territorio es constante entre los tepehuanes. Durante la Revolución y la primera guerra cristera se levantaron en armas; la lucha agraria debió ser la bandera que los motivó, pues el armisticio que se logró después de la primera guerra cristera tuvo como resultado el derecho al reparto y uso de tierras entre la comunidad de Santiago Bayacora. Cuando se desató la segunda guerra cristera, que se prolongó hasta 1934, su epicentro fue en la Sierra Madre de Jalisco y Durango. La resistencia cristera en esta ocasión siguió infringiendo serias derrotas al gobierno, al grado de que éste se vio obligado a recurrir al primer ataque aéreo realizado contra la población civil en México, tal y como lo recuerda la tradición oral de la región. La persistencia de las demandas fue el factor decisivo para que los o'dam recibieran en 1936 el reconocimiento legal como comunidades agrarias, obteniendo la resolución presidencial con base en los primeros títulos de la época colonial.
A pesar de todo, los conflictos en torno a la tenencia de la tierra no han cesado. Los ganaderos mestizos de Zacatecas invaden constantemente sus tierras y pastos.







Salud

A pesar de que existen médicos tradicionales, sólo se recurre a ellos en caso de gravedad, dado el alto costo de sus curaciones. Una simple limpia puede costarle al paciente un cerdo (o su equivalente en dinero), y una curación prolongada hasta una res, siempre y cuando el enfermo sane. Esta situación obliga a que se practique en familia una terapia muy rudimentaria, que consiste, por ejemplo, en ayunos o búsqueda de calor durmiendo junto al fuego; o bien siguiendo los consejos que se dan unos a otros en la utilización de remedios naturales y medicina alópata que se consigue en las misceláneas. El curandero utiliza una variedad de métodos con el fin de sanar al paciente, como sobar calentando sus manos, chupar sangre mala con tubos de carrizo, limpias con plumas de águila o gavilán, bocanadas de humo de tabaco macuche acompañadas de una petición a la deidad intercesora, o chupando de la frente los objetos que atacan al paciente; esta terapia se sigue también para las enfermedades que envían los muertos a los familiares que no cumplen con sus obligaciones rituales. Las mejores horas para curar son el amanecer y el mediodía para los vivos y durante la noche para despedir el alma de los muertos. Cualquier curación tiene mucha mayor eficacia si se practica durante el mitote.
Las enfermedades más frecuentes son las gastrointestinales y las infecciones en vías respiratorias ocasionadas por un alto índice de desnutrición. También se necesita con frecuencia suero contra el piquete de alacrán.




Comida Tepehuana

El maíz es el más apreciado de los alimentos tepehuas. La importancia de este cereal se observa en la mitología, en la que el Maíz constituye el héroe cultural inventor del rito de Costumbre, a la vez que espíritu de la principal de las semillas que fructifican en las milpas indígenas. Por su importancia en la producción campesina, marca los tiempos del ciclo agrícola y ritual, y es objeto privilegiado de atención en uno de los principales ritos comunitarios anuales: La Costumbre de Elotes, alrededor del 16 de septiembre. Los tepehuas son particularmente sensibles al sabor del maíz según si está tierno y dulce o seco, y del seco, sobre el maíz de la cosecha pasada, prefieren la exquisitez del maíz nuevo. Consideran usos distintos para cada uno de los tipos de maíz que cultivan (blanco, amarillo, rojo, negro, delgado, diente de caballo, olotillo); utilizan el olote como combustible y como tapa de botella, las hojas (totomoxtle) para alimentar a las bestias y “amarrar” tamales, es decir, envolverlos en la hoja que envolvía la mazorca. Además del lugar que ocupan en la mitología y el rito los animales del monte que depredan el maíz en la milpa, hay distintas formas en que los tepehuas y sus animales domésticos consumen el grano seco o asado, como masa nixtamalizada pero cruda, cocido y bien molido, sólo martajado o, líquido, ligeramente fermentado o endulzado, para preparar diversos tipos de atoles, tortillas y tamales rellenos de varios guisos, envueltos en hojas de maíz o de papatla.
Sólo después del maíz en sus muchas formas de preparación, el pascal es el plato que los tepehuas de San Pedro Tziltzacuapan más aprecian. Los tepehuas califican con severidad la consistencia de las “bolitas” hechas con masa de semilla de calabaza pipián, que da su exquisito sabor a esa especie de grasoso caldo de pollo. A falta de pipián, el ajonjolí puede sustituir el ingrediente preferido. El pascal es la comida prescrita para alimentar a los “angelitos” (solteros sin descendencia) en Todos Santos, del 31 de octubre al 1 de noviembre, y a los apenas fallecidos en su Baño de Difunto, cuatro días después del deceso. En ambas ocasiones, el pascal se ofrece sin chile a los muertos, pero los tepehuas gustan comerlo con chile que pinta de rojo un caldo antes verde. En días de muertos, el pascal se distingue del pollo en mole picante como comida principal para los “grandes” (casados con descendencia) celebrados del 1 al 2 de noviembre y agasajados en el altar de Todos Santos y Fieles Difuntos. En el rito mortuorio, el pascal para el muerto se distingue también del pollo en mole pero, sobre todo, del pollo entero cocido que se ofrenda a las divinidades y a los vivos.



          
 Vestimenta tradicional

Entre los hombres, la vestimenta tradicional está cayendo en desuso, sobre todo en las comunidades más cercanas a la influencia mestiza. En un promedio del 80% ya no lo utiliza excepto cuando asisten a las fiestas religiosas y a los mitotes. Esto quiere decir, que casi todo tepehuan tiene su camisa y su calzón de manta, pero únicamente lo utiliza en ocasiones especiales. Permanece el guarache, morral bordado y sombrero de soyate.

Por el contrario, las mujeres en su mayoría portan el traje tradicional que consiste en coloridas blusas, faldas y mandiles de satín decoradas con encajes y listones de colores, rebozo negro de encaje y calcetines afelpados de colores muy vivos, zapatos de hule.

Todavía elaboran sus “huarach” de vaqueta, preparando el material del tal modo que dejan las correas más blandas y pueden hacer tejidos más finos.
Las mujeres tejen el “guangox” en el telar en la cintura y lo usan los hombres para cargar su comida y demás cosas de uso particular.



                   
Mitos y leyendas de los tepehuanos

La Leyenda del 1er Hombre según la Mitología Tepehuana

Contaban los tepehuanos que el sol había comunicado a la estrella de la mañana que iba a crear a los hombres que habitarían la tierra y que de ellos harían siete razas. Un duende que vagaba en el espacio y que llamaban Cachinipa, que era el genio del mal, escuchó aquella confidencia y creó un enorme dragón de siete cabezas, que debería devorar a las siete razas que el sol proyectaba crear. Se escuchó en el mundo un pavoroso estallido y en una lóbrega caverna apareció el monstruo, con ojos de color sanguíneo en cada cabeza, con formidables garras y un enorme aguijón en la cola. Era un asqueroso reptil que se deslizaba con rapidez vertiginosa y que tenía dos alas poderosas para cruzar los mares y los abismos.
Aquel dragón recorría el mundo en busca del primer hombre para devorarlo y, guiado por Cachinipa, llegó una mañana al sitio paradisiaco en que aquel naciera. Se lanzó sobre éste con las fauces abiertas; pero en ese momento un águila colosal descendió rápidamente a aquel sitio, cogió al niño entre sus garras y lo llevó a un enhiesto picacho poniéndolo a salvo y regresando enseguida al lugar en donde había quedado el dragón con el que entabló una lucha espectacular dándole al fin la muerte.
Ante aquel fracaso Cachinipa envió unos formidables lagartos que ataron a un árbol al primer hombre para que un nuevo dragón lo encontrara indefenso, pero un conejito trozó con sus dientes las ligaduras, el hombrecito se puso a salvo huyendo sobre el lomo de un venado y como el niño estaba hambriento, el conejo se sacrificó para alimentarlo con su carne.
La fábula narrada explica el porqué el culto de los tepehuanes al águila, el venado y el conejo.


                 
Fiestas patronales

Cada comunidad cuenta con un ciclo distinto de fiestas, introducidas a raíz de la evangelización colonial, que son patrocinadas por los mayordomos, elegidos con un año de anticipación, para que reúnan los fondos necesarios para pagar los adornos y la res que se sacrifica en ofrenda al santo conmemorado. La ceremonia se inicia en la víspera con la colocación de velas y con el rezo, mientras los músicos tocan varias canciones con guitarra y violín. Al día siguiente, las autoridades entregan sus varas y ceden el poder al santo. Los mayordomos encabezan la procesión para llevar al santo a una capilla cercana. Allí se le entregan las ofrendas, se presenta la Danza de matachines y se reparte comida a los asistentes. Se hace el cambio de mayordomos y se lleva de nuevo el santo a la iglesia. A veces la ofrenda dura otros cuatro fines de semana.
Las fiestas de mayor importancia son las de Semana Santa, ligadas a los tiempos de sequía y la de San Miguel y San Francisco, relacionadas con los elotes. Comparada con el mitote, la fiesta es un evento más profano.



                 

 Música tradicional

En esta categoría se encuentra el “mitote” tepehuano o “xiotalh” .Se lleva a cabo en fiestas o rituales, se considera de gran importancia agrícola, está relacionado con la lluvia y la madre tierra. Con ella se refuerzan los lazos familiares, a través de la danza que se lleva a cabo cuando comienza la temporada de siembra, todos los tepehuanos se reúnen y bailan alrededor del fuego, para pedir buenas cosechas, ya que sus tierras son mu secas, en el verano hace mucho calor, en el “mitote”. El miembro más importante es el chaman ya que este se encarga de organizar y dirigir la ceremonia, se le puede identificar con facilidad ya que utiliza un sombrero especial que  tiene plumas, el se encarga de limpiar el espacio donde se llevara a cabo la danza, en medio colocan un arco simbólico con sus respectivas flechas clavadas en la tierra, ahí se pone una pipa para fumar, una ofrenda de maíz, los hombres salen a cazar venados, cuando comienza la ceremonia todos bailan imitando el sonido del conejo y el venado, como cuenta la leyenda, esto dura muchas horas hasta el amanecer ,como las estrellas en la noche. Es un rito de iniciación para los adolecentes, curanderos, músicos y reproducción de los sistemas internos de autoridades mediante el canto y el sonido del “arco”, instrumento de origen prehispánico que se toca solo en situaciones rituales específicas, se realiza desde 1980.

                   





Vivienda

Los tepehuanes llegan a tener dos o más casas. La principal se construye en una ranchería cercana a la familia del hombre. La misma familia puede tener también una casa en la comunidad para asistir a fiestas o asambleas. Otro tipo de residencia es la que instala una pareja junto con sus hijos en el lugar donde trabajan la milpa. Alternan, pues, la convivencia de varias familias con el aislamiento en sus rancherías dispersas; esto obedece a sus necesidades productivas y de participación ritual.
Es un patrón regular que cada pareja tenga su cuarto y comparta una cocina común aparte. Acompañan a esta distribución ancestral un carretón o troje, y corrales o chiqueros para los animales.
Los materiales de construcción son diversos. Predominan las casas de madera (tablas o troncos); siguen las de adobe, las de piedra con lodo y, en los pueblos, las construcciones de concreto. Los techos de lámina y cartón son más comunes que los cada vez más escasos de bajareque y paja. Los techos son de dos aguas. Como característica particular puede observarse que las habitaciones se levantan a medio metro del piso y se limpia su contorno para impedir la entrada de alacranes y otros animales.






Infraestructura

El acceso terrestre a la zona es muy difícil ya que se ubica en las inmediaciones de la Sierra Madre Occidental. Hay tres entradas principales para vehículos: la de Fresnillo, Zacatecas, para llegar a Canoas y San Antonio de Padua; la de Vicente Guerrero, Durango, para entrar a Santa María y San Francisco Ocotán y la de la ciudad de Durango que se une a esta última y continúa hacia Taxicaringa, Milpillas Chico y Lajas. Los primeros tramos son asfaltados, después de terracería y en territorio indígena se convierten en brechas transitables sólo para vehículos de alta suspensión.
Varias comunidades cuentan con pistas aéreas que se han instalado para edificar los albergues escolares, pero no hay vuelos regulares. Tampoco hay servicio de ferrocarril. Las rutas de autobuses sólo van a Milpillas Chico, por lo que el medio de transporte más usual es pedir "aventones" a particulares o a trabajadores de instituciones oficiales que transitan en vehículos. Otra alternativa es transportarse a pie o en animal, para lo cual se utiliza una vasta red de veredas que comunican a pueblos y rancherías.
En cuanto a las telecomunicaciones, en 1990 se inició un programa de telefonía rural por vía satélite que se abastece con energía solar, además se instalaron casetas en las poblaciones de Charcos, Charco Grande, Guajolota, Santa María Ocotán y Huazamota. El servicio de radiogramas sólo existe en los campamentos de las industrias forestales, clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y residencias de la Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), antes Instituto Nacional Indigenista (INI). La televisión llega a pocos lugares que están a gran altitud, pero no tiene buena señal. No hay telégrafo. No hay canales de riego ni mucho menos redes de agua potable.
La atención médica institucional se ha incrementado y cubre gran parte del territorio. La demanda que tienen es aceptable ya que no se contrapone a los modos tradicionales de curación, además de que la atención es gratuita, sólo se les pide a cambio que colaboren en actividades sociales.
Existen albergues escolares atendidos por la CDI; por su parte, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) organiza un programa de alfabetización y regularización. La enseñanza que se imparte trata de ser bilingüe, pero aún no ha sido posible cubrir todos los puestos con hablantes de la lengua. Por medio de la SEP se instalaron cinco Centros de Educación y Capacitación de la Mujer, dedicados al diseño de ropa y trabajos manuales.


Organización social

La incorporación de las comunidades tepehuanas a la sociedad nacional ha creado una compleja red en donde coexisten:
1) La autoridad moral representada por los ancianos, consejeros y el notaste, o jefe del patio comunal del mitote, que resuelven los conflictos familiares y políticos más relevantes de la comunidad.
2) El gobierno tradicional, formado por el gobernador o ixcai, un alcalde mayor, un capitán y varios alguaciles, que se eligen por consenso cada dos o tres años.
3) El comisariado de bienes comunales, encabezado por el comisario y los jefes de cuartel, cuya actividad principal es la explotación del bosque. También existen un secretario, un tesorero y el administrador del aserradero. Los encargados se cambian cada tres años y se eligen por votación.
4) La presidencia municipal la ocupan con frecuencia individuos de extracción indígena. Aunque no de manera directa, esta instancia intercede en la tramitación de muchos de los asuntos de la comunidad, pero casi siempre con fines partidistas.








Fuentes
Ubicación geográfica:
El origen del término tepehuan:
Lengua de los tepehuanos:
Gastronomía:
Vestimenta:
Mitos y leyendas:
Fiestas patronales:
Música:
Vivienda, infraestructura, organización social: